En el último post, Felicidad de nuestros niños, prometí hablar con un poco más de detalle del ejercicio físico en la infancia. Y como las promesas son deudas, aquí está!
Antes de empezar, propongo que hagamos un ejercicio muy sencillo: vamos a recordar nuestra infancia y la vamos a comparar con la infancia en la actualidad.
Incomparable, ¿verdad?
De pequeña, no era muy dada al deporte. Para decir la verdad, de grande tampoco lo soy, aunque eso no me impide de salir todos los días para mi caminada. Pero volvamos a retroceder en el tiempo… como decía, no era muy dada al deporte. Iba al ballet y me gustaba pero poco más. El restante tiempo libre, lo dedicaba a jugar con mi hermano y mis amigos.
No teníamos ordenador ni mucho menos PlayStation. Si hay algún niño leyendo, me lo imagino a punto de llorar de pena. Es verdad, no teníamos porque ni existía. Como mucho, unos juegos que se conectaban a la televisión. Pero claro, no había una televisión en cada cuarto así que incluso quién tenía juegos tan modernos, apenas podría jugar en determinados momentos. Ya entrando en mi adolescencia, empezaron a surgir los ordenadores y algunos juegos más parecidos a los de hoy (recuerdo el Game Boy y el Tetris).
La verdad es que miro mi infancia y me considero afortunada. Teníamos la comba; la rayuela; las canicas; la goma; el aro; el yo-yo. Además, jugábamos al escondite; a los polis; a un, dos, tres, pollito inglés; piedra, papel o tijera.
Especialmente, teníamos mucha imaginación. Nos bastaban unos cuantos abrigos para hacer una portería o una tiza para dibujar un juego nuevo en el suelo.
¿Muchos recuerdos?
Ahora vamos a pensar en lo que tienen los niños en la actualidad y con lo que juegan, por supuesto, generalizando.
Para resumirlo un poco, ¡tienen de todo! Seguro que hay cajones con juguetes que nunca han visto la luz del Sol. Y ¿con qué juegan? La PlayStation o similar (personalmente prefiero la Wii, me parece algo más dinámica, pero es una opinión) y actualmente, creo que incluso más con móviles y tabletas.
Sin embargo, nos preocupamos con su salud y sabemos lo importante que es el ejercicio. Así que los apuntamos a todo tipo de actividades. Dos días por semana fútbol, otros dos días para natación, dos días más para algún arte oriental y el día que queda, encerrados en casa porque también queremos descansar (y lo necesitamos, de tanto correr para llevarlos a todas las actividades a tiempo).
Personalmente, la infancia de hoy no me parece infancia.
Y tampoco está obteniendo resultados para la salud, con el exceso de peso (sobrepeso y obesidad) en aumento. El estudio Aladino, realizado en 2013, muestra que el exceso de peso en la población infantil española (entre los 6 y los 9 años de edad) es de 44,5%. Un porcentaje bastante elevado para unas edades en que la vitalidad (y la rodilla) permite correr sin descansar, para no llegar el último (porque el último siempre le toca ser algo poco agradable).
Es cierto que la alimentación (y los refrigerantes) no facilita, pero no podemos culpar apenas parte de nuestras rutinas diarias. Hay exceso de peso porque no se gasta toda la energía que se ingiere: alimentos demasiado calóricos (y muchas veces poco nutritivos) y poco gasto energético.
Entrar en el tema de por qué los niños de hoy son así es casi como preguntar que nació primero, si el huevo o la gallina (aunque puedo justificar que primero vino el huevo). Al mismo tiempo, no creo que sea necesario encontrar una culpa, sino cambiar las costumbres. Sin más, sin culpas.
Uno de los consejos que suelo dar, cuando me lo piden, es recuperar los juegos de nuestra infancia. Por supuesto, nosotros podíamos jugar en la calle. Teníamos más libertad y existían menos peligros (¿será?). En la actualidad los niños no pueden estar en el parque toda la tarde solos y los padres no tienen toda la tarde para estar en el parque. Un problemón, ¿verdad? La solución son niños encerrados en casa jugando con las tabletas y padres encerrados en casa trabajando con los ordenadores. ¡No hay tiempo para jugar como antes! (y las carencias de vitamina D en aumento).
Me niego a aceptar algo así como respuesta.
Somos adultos. Hemos sobrevivido al acné y a modas que hoy nos darían vergüenza. Hacemos parte de aquellos niños que tenían imaginación para pasar tardes enteras jugando solo con una cuerda. ¿No podemos encontrar una solución creativa?
Podemos disponer de apenas una hora al día para:
• Hacer deporte;
• Pasar tiempo de calidad con nuestros hijos;
• Pasarlo en grande.
¿Como?
¡Rentabilizando el tiempo!
Si tenemos por hábito las caminadas o el jogging, podemos hacerlo mientras nuestros hijos nos acompañan en bici o patines (podemos ir también nosotros en bici o patines).
Si estamos cansados para salir a correr o tenemos que hacer algunas llamadas de trabajo, podemos llevarlos al parque, mejor si llevan compañía, e incentivarlos a que se diviertan. Mientras tanto, sin perderlos de vista, podemos hacer nuestras llamadas o leer una revista.
Tengo comprobado que los niños se siguen divirtiendo muchísimo con nuestros juegos, apenas no conocen este modo de jugar.
Y los adultos… va siendo hora de recuperar parte de nuestra infancia, de dejarnos llevar, de jugar y reír. Lo podemos hacer por nosotros o para dar el ejemplo a nuestros hijos. Para que vean que ser adulto es bueno.
Hasta pronto,
Idália Viviana
[…] Hace unos años, me llegó información de un colegio que me pareció increíble pues no había un espacio físico cerrado destinado al aprendizaje, sino que los niños (hasta los 5 años, creo recordar) pasaban el día en el campo, cerca de Madrid. Me los imagino subiéndose a los árboles y saltando en los charcos… Curioso, me los imagino haciendo lo que yo misma hacía cuando era pequeña. Pero esto, ya es otro tema (Ejercicio físico en la infancia – jugando como niñ@s). […]